Quién es la cantante mixteca que conquista al mundo.
Lila Downs tuvo esas infancias que se pueden resumir en una niña mirando hacia dos lugares (culturas, tradiciones, grupos, o más esencial: un padre y una madre) sin sentir que pertenece a ninguno. Esta cantante de 41 años nació en Tlaxiaco, un pueblito de Oaxaca, al suroeste de México, en un estado en el que conviven más de 16 grupos étnicos, pero creció entre California y Minnesota, donde se graduó como antropóloga con una tesis sobre los tejidos de las mujeres oaxacas. En sus primeros viajes a México, en la adolescencia, se sentía apartada por su inglés perfecto y, en Estados Unidos, la marginación venía por su origen indígena. Sus antepasados, también llamados "hombres de las nubes", porque las ciudades más importantes de la región se encontraban en la cima de las montañas, tenían la costumbre de enterrar el cordón umbilical de los recién nacidos para asegurarse el retorno de sus descendientes a la tierra natal. Así lo hizo la abuela mixteca de Lila con el cordón de su nieta.
Lila Downs tuvo esas infancias que se pueden resumir en una niña mirando hacia dos lugares (culturas, tradiciones, grupos, o más esencial: un padre y una madre) sin sentir que pertenece a ninguno. Esta cantante de 41 años nació en Tlaxiaco, un pueblito de Oaxaca, al suroeste de México, en un estado en el que conviven más de 16 grupos étnicos, pero creció entre California y Minnesota, donde se graduó como antropóloga con una tesis sobre los tejidos de las mujeres oaxacas. En sus primeros viajes a México, en la adolescencia, se sentía apartada por su inglés perfecto y, en Estados Unidos, la marginación venía por su origen indígena. Sus antepasados, también llamados "hombres de las nubes", porque las ciudades más importantes de la región se encontraban en la cima de las montañas, tenían la costumbre de enterrar el cordón umbilical de los recién nacidos para asegurarse el retorno de sus descendientes a la tierra natal. Así lo hizo la abuela mixteca de Lila con el cordón de su nieta.
Esa mixtura cultural, fruto de una madre mexicana (Anita Sánchez, cantante de cabaret) y un padre yanqui (Allen Downs, cineasta y pintor) la configuró accidentada al principio, pero fuerte en sus convicciones después. "Me avergonzaba mucho tener sangre indígena. Me daba vergüenza que mi madre hablara en su idioma en público. Todas estas cosas han sido retos para mí y darme cuenta de ello ha sido muy doloroso", confesó hace algunos años, aclarando que su amor por las raíces, la integración cultural y el suelo mexicano, con sus ritmos y llantos, vino después de una larga tarea interior, donde la música fue el lugar para fusionar tanta información y recorrido.
Resulta que Argentina vibra con Lila y La Misteriosa, la banda que la acompaña, desde que pisaron por primera vez Buenos Aires, en 2008. Pero el fenómeno Downs se extiende a Europa (de donde viene la gira) y Estados Unidos (hacia donde va).
Sus primeras letras les cantaban a los "espaldas mojadas" que daban la vida por entrar a suelo norteamericano, pero es el encuentro con Paul Cohen, su actual marido y saxofonista, el que la acercó al jazz y la animó a incorporar lenguas ancestrales: mixteco, zapoteco, maya y náhuatl. Como Lhasa de Sela, sin miedo a la mezcla y con pasión y técnica, la sucesora de Chavela Vargas (señalada por la misma Chavela: "Yo ya me voy porque los años pasan, pero viene en lugar mío una señora llamada Lila Downs") enamora al público con rancheras, clásicos folk como "La cucaracha" y "La sandunga", boleros, jarocho, soul, corridos y cumbias. Participó en la música de la película Frida (con quien comparte su estilo de trenzas, collares y colores en contraste con el pelo negro y la piel de seda) con el tema "Burn it blue", que fue nominado al Oscar, y en otras bandas de películas como Real women have curves y Tortilla Soup. Canta en inglés, francés, portugués (impecable sonido que saca de una garganta dulce y rasposa, dio una versión de "Foi na travessa da palha" para la película Fados, de Carlos Saura) y siempre recalca que el camino del artista puede ser tortuoso pero al final, siempre hay una recompensa: "Yo creo que si buscas la verdad, muchas veces las verdades no son tan de rosa. Son verdades muy tristes, viniendo de un lugar como nuestra Latinoamérica. Verdades complicadas por nuestra historia, por el encuentro de culturas, por cosas terribles que han pasado. He tomado lo que he podido para expresar mis inquietudes, mi coraje y mis ideas. Siento que es importante para mí narrar las historias de mi país, de mis experiencias diferentes y de las culturas de las que vengo", dijo en una entrevista. Perfume que traduce en cada interpretación, en vivo y en la pantalla, transmitiendo dolor y ganas de bailar.
Entre sus próximos proyectos prepara un disco al mejor estilo mariachi y se entrena para encarar el papel de Tita en versión para Broadway de Como agua para chocolate, la novela de Laura Esquivel, donde va a interpretar temas que fusionan tango, mex-folk y clásicos de la música latinoamericana.
Lila Downs se despide mañana con un show en el Gran Rex y se despide en su twitter de sus seguidores: "Me voy a beber unas copitas de mezcal".
Por Flor Monfort
Fuente: Página/12
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